El otro día me encontraba en mi oficina pensando en el próximo texto para esta página, cuando tuvimos un problema con uno de los ordenadores por lo que hubo que llamar y hacer venir a nuestro informático.
Mientras él se devanaba el cerebro intentando averiguar la razón por la cual aquel ordenador había dejado de funcionar de la noche a la mañana yo le explicaba que todos los meses escribía un texto y lo subía a ésta web y así de repente como el que no quiere la cosa le espeté ¿tú que inquietudes aseguradoras tienes? a lo que me contestó con una mirada como si le hubiera preguntado cualquier disparate y después de calcular mucho su respuesta me contestó Leticia, yo no tengo inquietudes aseguradoras. ¡Ni tan siquiera sé qué seguros tengo!
Esto me pareció extremadamente preocupante, sobre todo en aquellos casos (y creo que este no lo era) en los que se dirige una empresa. Preocupante y desgraciadamente más frecuente de lo que puede parecer. En primer lugar cabe destacar que hay seguros que hay que tener sí o sí como por ejemplo el seguro obligatorio de vehículos o el del convenio colectivo, en caso de ser una empresa y tener trabajadores. Otras veces sin embargo, contamos con un seguro de accidentes o de salud, del que nos acordamos mucho porque lo usamos muy frecuentemente, aunque no siempre tengamos claro las coberturas o los servicios que ofrece.
Mucha gente sobre todo en el ámbito de la pequeña y mediana empresa tiende a confundir los seguros de Responsabilidad Civil con los de Daños y creen en una especie de seguro “cubretodo” universal que resuelva todos sus problemas, pues para eso pagan un seguro… luego se llevan grandes chascos en caso de siniestro. Otras veces no tenemos claro a dónde llevar el auto en caso de accidente o si tenemos derecho a un vehículo de sustitución o creemos que tenemos derecho a un super vehículo de sustitución.
En general me he dado cuenta de que las personas controlan poco de seguros , desconfían mucho y siempre, pero siempre creen en el más barato dejándose aconsejar por toda la publicidad de seguros con la que nos bombardean a todas horas en radio y televisión.
Pero lo más preocupante de todo es el dato que he encontrado en www.cincodias.elpais.com, de agosto de 2015, de que un 10% de los seguros de vida se quedan sin cobrar. Un seguro de vida puede sacar a una familia que esté pasando por un mal momento de muchos apuros. Un seguro de vida es ese papel que los bancos te obligan a firmar para darte una hipoteca. Un seguro de vida es algo importante y aún así muchos se quedan sin reclamar, por cualquier motivo o el motivo universal, el desconocimiento.
Realmente me parece preocupante la desconfianza y la desinformación que hay respecto al mundo asegurador. Por eso creo que en este sentido la figura del corredor cobra todavía más importancia para el consumidor. No solo porque sí que sabe los seguros que tienes, sino que se preocupa porque sean las mejores y más ajustadas opciones para tus necesidades, te explica las pólizas y sus posibilidades, reclama por ti los siniestros a la compañía y se ocupa de que cobres.
Si tienes dudas déjanos ver tus pólizas, te organizaremos el plan asegurador a tu medida y te daremos el mejor asesoramiento profesional y de confianza, para que no te falten ni te sobren garantías y en caso de siniestro cuentas con un equipo de profesionales que se ocupan de todo por ti. Confía en nosotros y despreocúpate.